Johanna era una mujer de éxito que no entregaba
fácilmente su confianza, y aún menos a un hombre que vivía expuesto a la
opinión pública y con una legión de admiradoras que lo perseguían. Así
pues, ¿por qué no dejaba de pensar en Sam Weaver? Sam se las ingeniaba
para traspasar todas sus barreras defensivas y atraerla a sus brazos;
era amable, encantador y ansiaba desesperadamente ganar aquel juego...
cuyo nombre era amor.
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